San Sebastián comparte en 2016 la capitalidad cultural europea con la ciudad polaca de Wroclaw. Una buena oportunidad para dedicar un espacio en este número del Gehitu Magazine y analizar el reciente cine LGTBI que se hace en Polonia.
Con la apertura política que se produce en Polonia en 1989, la homosexualidad se hace más visible. En un principio tímidamente, pero con los cambios que comenzaron en la sociedad se hizo cada vez más audaz aunque no fuera nada sencillo. Al inicio del siglo XXI, las marchas callejeras LGTB son recibidas con piedras e insultos por jóvenes de la extrema derecha. Estos eventos tienen lugar animados por una aparición de personajes homosexuales en el cine polaco.

En 1989 en Adios a Otoño (Pożegnanie jesień), dirigida por Mariusz Trelinski, ya aparecía la homosexualidad de manera esporádica, igual que en Terror en los pantanos felices (Terror w wesołych Bagniskach), dirigida por Andrzej Barański, en 1995. En Es la hora de las brujas (Pora en Czarownic), dirigida por Piotr Lazarkiewicz, en 1993 el tema es el de un joven homosexual con VIH-SIDA adicto a las drogas.
Después de este inicio de visibilidad homosexual en el nuevo cine polaco parecía que el tema gay se desarrollaría aún más pero en realidad desapareció por completo.
Deceptives charm (Urok wszeteczny, 1996), el laureado y ultracatólico Krzysztof Zanussi, cae en la asociación entre homosexualidad y sociedad decadente de clase alta aristocrática, derivada de las malformaciones interpretativas del proceso contra Oscar Wilde. Crea una caricatura repugnante de viejo marica explotador que quiere dominar y desmoralizar a un joven puro lleno de ideales. El resultado vulgar y tremendamente homofóbico se derivaba del discurso de la extrema derecha católica polaca.

Las películas que se filmaron en los años 90 reflejan los estereotipos típicos sobre los homosexuales: hombre homosexual afeminado del que hay que burlarse o, perverso al que hay que temer, o en el mejor de los casos retratados, como víctimas de las que no nos podemos reír pero que son condenados a la frustración y finalmente a la muerte.

En esta línea va Egoístas (Egoiści, 2000), dirigida por Mariusz Trelinski. Son cuatro historias sin un personaje principal en la que todos sus héroes, pertenecientes a la llamada “juventud banana”, con independencia de su orientación sexual, soportan una tremenda soledad. Con ella, Trelinski, abre la homoerótica nacional a pesar de la homofobia generalizada, manifiesta en la idea de asociar la homosexualidad al carácter extranjero, reafirmando que la nación no es y nunca ha sido inmune a la homoerótica. En última instancia, la muerte agónica de Filipos, el personaje homosexual, es el castigo por el erotismo pecaminoso y prohibido. El fin del orden viejo, podrido con el desmoronamiento del mundo homosexual simboliza la muerte, mientras que un recién nacido, aunque debilitado en la incubadora, trae esperanza a la próxima renovación.

El cine polaco con una imagen positiva de los homosexuales comenzó a aparecer después de una ola de protestas contra las políticas gubernamentales terriblemente discriminatorias de los hermanos Kaczynski. Después de 2005 los homosexuales dejan de ser colocados como decoraciones modernistas. Muy por el contrario se empieza a exigir la igualdad y la tolerancia. Esta política afirmativa está representada por dos películas: Homo father (2005), dirigida por Piotr Matwiejczyk, y Somnolencia (Senność) 2008, de la directora Magdalena Piekorz; y Suicide Room (Sala Samobójców, dir. Komasa Ene, 2011), aunque se orienta más a las teorías queer que a la identidad homosexual.

Homo father nos habla de la relación de pareja de dos hombres gais planteando, con ironía, el tema de la adopción al ocultar su orientación afectivosexual. Gabriel y Robert son dos jóvenes que llevan tres años de relación. Robert no quiere salir del armario porque tiene miedo de que eso le perjudique en su trabajo. Gabriel, por el contrario, quiere mostrar a todo el mundo lo mucho que se aman, ya que es muy desinhibido y no oculta su pluma. Un día en su casa aparece Natalia, con la que Gabriel hace tres años tuvo un breve romance. Natalia le trae una niña llamada Amelia, que deja al cuidado de Gabriel. Más adelante, Natalia le informa por teléfono a Gabriel que la niña es su hija.

Piotr Matwiejczyk, un director polaco poco conocido fuera de su país, lo mismo que sus intérpretes protagonistas: Dawid Antkowiak (Robert) y Bodo Kox (Gabriel), como no era gay, antes de la filmación se asesoró con múltiples contactos con la comunidad homosexual. Se inspiró en películas heterosexuales (Kramer contra Kramer, dirigida por Robert Benton, 1979), plasmando que la vida de una pareja homosexual no es diferente a la de una pareja heterosexual. Las críticas le llegaron de gais que no querían ver homosexuales afeminados incluso en filmes “pro gais” ya que su opción era la de pasar desapercibidos mezclándose con la multitud sin una nítida identidad. La plumofóbia es una enfermedad que aún está muy desarrollada en el ámbito gay, incluso en sociedades supuestamente avanzadas y que no comprende que así como con la homosexualidad, con la pluma también se nace.

Pero lo que sí es verdad es que Matwiejczyk juega con los estereotipos de género. Muestra inestabilidad y diversidad en los roles de género. Aunque como suele pasar muy a menudo en la realidad, el personaje más afeminado, Gabriel, es el más audaz y valiente, frente al masculino Robert que al poder hacerlo, oculta incluso a sus padres su orientación sexual. Es más, el afeminado como amigo de Natalie (Goria Kornyluk) se acuesta con ella convirtiéndose en padre sin él saberlo.
La película intenta reflejar la opresión de las lesbianas y los homosexuales en el reino de ultraderecha de los hermanos Kaczynski y la acción de la película está situada en este contexto sociopolítico. Pero lo hace con arte, y el diálogo politizado conecta con escenas íntimas (baños, escenas de sexo) con la idea de que lo sexual es político. Los dos temas que dominan el discurso contra la derecha antihomosexual, la adopción de niños por parejas homosexuales y la legalización de las uniones registradas, nos lo muestra con la convicción de que los homosexuales pueden ser padres ejemplares burlándose en los créditos finales de la audiencia heterosexual, que cree que el matrimonio gay debería ser una mera copia de las bodas heterosexuales tradicionales.
Sin un contexto político, Somnolencia (Senność) de Magdalena Piekorz se compone de tres historias entrelazadas entre sí, una de las cuales cuenta una historia de amor entre homosexuales, filmada con un guión de Wojciech Kuczok. Este escritor en la presentación del film planteaba una pregunta fundamental: “¿Cómo es posible que en Polonia, donde aparece cada vez más en la literatura y en el teatro la temática gay y donde las personas conocidas les gusta revelar su orientación sexual, no existan películas homosexuales y la homoerótica aparezca de forma encubierta y sólo de vez en cuando? “

Es la historia de tres parejas que viven en la misma ciudad y que aparentemente comparten todo: edad, ocupación, situación financiera, el tipo de relación interpersonal pero que sufren un estancamiento emocional, incapaces de hacer frente a lo que la vida les depara. Rosa (Margaret Ko|uchowska) después de un accidente de coche sufre de narcolepsia, por lo que tuvo que poner fin a su carrera como actriz y pasa sus días encerrada en su lujosa casa con su marido (Michal Zebrowski), del que sospecha le es infiel. Robert (Krzysztof Zawadzki) es un escritor famoso, pero que ha perdido su creatividad en su continua lucha con su histérica esposa que lastra sus sueños. Adam (Rafal Mackowiak) es un joven médico homosexual que se enamora en la estación de tren de un ladronzuelo adolescente (Bartosdz Obuchowicz). Los personajes se cruzan inesperadamente, dándoles la oportunidad de salir de su letargo y alterar su vida. Pero no todos van a tener el valor y el tiempo suficiente para aprovechar esta oportunidad.

Somnolencia (Senność) tiene la originalidad de que la historia gay tiene final feliz frente a los otros dos matrimonios heterosexuales que se desmoronan porque no coinciden, están mintiendo, engañando y, además, hace tiempo que no se aman. La esperanza del amor que nace a pesar de todas las contrariedades (los padres en un entorno de fuerte estructura cristiano patriarcal, los amigos con las cabezas afeitadas y la realidad homofóbica más opresora si cabe en un pueblo), acaba de vuelta con la aceptación por la familia de la manifiesta orientación del hijo y su pareja.

La sala de los suicidas (Suicide room/Sala Samobójców, 2011) del director Jan Komasa. El protagonista, Dominik, es un adolescente que se está dando cuenta que le gustan los hombres. A medida que va asumiendo su orientación sexual se siente rechazado en un mundo en el que no encaja. Por eso, Dominik se sumergirá en la realidad virtual, construyéndose una personalidad paralela, a través de la ficción, donde todas las cosas son posibles y se da rienda suelta a la imaginación. Se trata de un film sobre las dificultades de los adolescentes a la hora de aceptar su homosexualidad, en un mundo que en el que todavía existe mucha homofobia. La primera parte de la película se enmarca en una narrativa de clara identidad sexual dentro del mundo de la homosexualidad con sus descubrimientos, sus rechazos y las formas de afrontarlos que cada persona puede tener, pero en la segunda el director pone en práctica su problema con la terminología homo hetero, que la cree vaga, decantándose por la teoría queer, orientando más su obra hacia dicha teoría.

Rascacielos flotantes (Floating Skycrapers / Plynace wiezowce, 2013) de Tomasz Wasilewski cuenta la historia de Cuba, un joven atleta que vive con su novia y está insatisfecho con su vida y su relación. Un día, Cuba tendrá un encuentro con Michal, un joven gay desinhibido, que le llevará a explorar nuevas experiencias en el campo de la homosexualidad, algo que Cuba siempre había reprimido. Cuba descubrirá que es gay y querrá irse a vivir junto a Michal, pero Sylwia, su novia, hará todo lo posible porque no la deje, ya que ella está muy enamorada. Es una historia de amor a tres bandas, muy compleja, que pone de manifiesto las dificultades de las relaciones humanas y la represión de las personas a causa de la homosexualidad. Se abordan temas como los secretos, las mentiras, el fingimiento de otra vida, la necesidad de aceptación y de búsqueda de la propia identidad sexual.

Amarás al prójimo (In the name of/Wimie, 2013) de la directora Malgorzata Szumowska es una película sobre las relaciones que sacerdotes de la Iglesia mantienen con chicos jóvenes.Se cuenta la historia del padre Adam, el cual es un sacerdote católico que trabaja en los pueblos de Polonia ofreciendo su ayuda a jóvenes que tienen problemas sociales y de comportamiento. Adam es admirado y respetado por su comunidad de fieles. Todos ignoran que el sacerdote es homosexual y se debate entre sus estrictas creencias religiosas que le impiden tener relaciones carnales y sus deseos interiores. Sin embargo, un día el sacerdote se enamorará de Lukasz, un bello joven y rebelde. A medida que su historia avanza, la comunidad empezará a sospechar del padre Adam. El film toca un tema controvertido como es el de la homosexualidad en la Iglesia, institución que todavía no se atreve a reconocer a fondo por qué existen tantos miembros eclesiásticos que son gais. El film trata de mostrar que no se pueden reprimir los deseos carnales que son normales en el género humano.

Joaquín Garrido