Año 2006. Amnistía Internacional lanza una campaña para combatir la homofobia en diversos países del mundo. Algunos rostros conocidos en España prestan su imagen, Jesús Vázquez, Nacho Duato y Patricia Vico. Sobre las fotos de sus caras golpeadas se pueden leer textos como “si Jesús viviera en México es muy probable que acabará así” o “si Maca viviera en Colombia, podría acabar así. Salvajemente violada, torturada y tal vez asesinada por la guerrilla o los paramilitares, sólo por haber sido vista besando a otra mujer”. La ONG tuvo que recurrir a un personaje de ficción (Maca, la pediatra de Hospital Central (Telecinco: 2000-12)), ya que según explicaba Leonardo Fernández, uno de los responsables de la campaña, “no conseguimos ninguna mujer famosa que fuera lesbiana”. Síntoma, por tanto, de la desigualdad de género, pero también de la tremenda repercusión del audiovisual en la lucha por los derechos LGTBI.

Algunas cosas han cambiado desde 2006 en Latinoamérica, quizá la más significativa haya sido la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina (2010), Uruguay (2013), Brasil (2013) y algunos territorios de México (a partir de 2009). No obstante, el tremendo impacto que el audiovisual en general tiene por su capacidad para representar y, por ende, visualizar distintas identidades sigue haciendo de él uno de los vehículos prioritarios para avanzar en el reconocimiento social, legal y cultural de la casuística de lo no heteronormativo. De ahí que la decisión del Festival Internacional de Cine de San Sebastián de ampliar este año el reconocimiento a las películas de temática LGTBI mediante la concesión de un nuevo premio, el Sebastiane Latino, me parezca un acierto en un momento de intenso debate sobre la cuestión en la, por otro lado, tan compleja y diversa Latinoamérica.

Lo primero que llama la atención si se piensa en el audiovisual latinoamericano de temática LGTBI es la escasez de títulos del primer grupo, “L”, que vienen a la cabeza. La exigüidad de los “TBI” es, por desgracia, más consabida aún. Fresa y chocolate (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío: 1994), Plata quemada (Marcelo Piñeyro: 2000) o Y tu mamá también (Alfonso Cuarón: 2001) serán quizás algunos de los que primero asaltarían al espectador inquirido, pero habría que pensar algo más para nombrar algún filme con protagonistas lésbicas. Incluso la cuestión de la intersexualidad parece haber tenido más repercusión internacional a través de la premiada película argentina XXY (Lucía Puenzo: 2007), con las contenidas y conmovedoras actuaciones tanto de la protagonista, Inés Efrón, como del no tantas veces mencionado Martín Piroyansky. Sin embargo, casos de filmes que aborden el lesbianismo como El niño pez (Lucía Puenzo: 2009), mezcla de demasiados géneros que acaba perdiéndose en su propio y cada vez más truculento recorrido, Tan de repente (Diego Lerman: 2002), ensayo audiovisual no destinado a un público general, o Yo, la peor de todas (María Luisa Bemberg: 1990), homoerotismo adscrito al subgénero conventual, no son muy conocidos ni abundantes.

En la ficción televisiva, por su parte, ha habido destacables ejemplos, pero circunscritos casi siempre a Argentina, México, Brasil, Colombia, Venezuela y, en menor medida, Chile y Cuba. Desde los personajes amanerados que sirven de aderezos cómicos en las telenovelas, como el de Paul en Volver a empezar (Televisa: 1994), Franco en El privilegio de amar (El Canal de las Estrellas: 1998-99) o Hugo Lombardi en Yo Soy Betty, la fea (Canal RCN: 1999-01) hasta los gays más serios y, a la vez dramáticos, de Abigail en En Carne Propia (El Canal de las Estrellas: 1991), Sandrito y Jefferson en La Próxima Víctima (Rede Globo: 1995), Esteban (Juan Peláez) en Desencuentro (El Canal de las Estrellas: 1997) o Mauricio en La vida en el espejo (Canal 13/TV Azteca:1999-2000) y los más integrados en las sociedad heteronormativa cuyo cénit simbólico se sitúa en las bodas en la pequeña pantalla como las que se pudieron ver en Alma de Hierro (El Canal de las Estrellas: 2008-09), entre Ignacio (Rafael Inclán) y Abraham (Luis Gatica), Sos mi hombre (Canal 13: 2012-13), entre Brenda (Gimena Accardi) y Marisa (Luciana González Costas), El elegido (Telefe: 2011), entre Greta (Monica Antonopulos) y Paloma (Leonora Balcarce) o Amores Verdaderos (El Canal de las Estrellas: 2012), entre Jean Marie (Rubén Branco), y Stephano (Archie Lafranco).

Desde Chile y Cuba también llegan, aunque en menor cuantía, telenovelas que cuentan con personajes homosexuales. Es el caso de la rompe-tabúes Machos (Canal 13: 2003) o las subsiguientes Los treinta (TVN: 2005) o El señor de La Querencia (TVN: 2008), en Chile, y de La cara oculta de la luna (Cubavisión: 2006) o Aquí estamos (Cubavisión: 2010), en Cuba.

Mención aparte merecen algunas producciones mexicanas de Argos Comunicación como Las Aparicio (Cadena Tres: 2010), protagonizada por una familia de mujeres, o El sexo débil (Cadena Tres: 2011), crossover de la anterior protagonizada por una familia de hombres, que pretenden renovar el tradicional género de la telenovela desde una perspectiva filo-feminista, y en las que los personajes homosexuales gozan de gran peso narrativo.
El tema de la transexualidad también ha tenido cabida en la pequeña pantalla de algunos países latinoamericanos como ocurrió en La viuda de Rafael (Canal 7: 2012), miniserie protagonizada por una transexual.

En definitiva, la televisión latinoamericana ha ido incorporando en los últimos años a personajes LGTBI en un proceso similar al que se vivió en España alrededor de 2005. Si Maca fuera latinoamericana hoy, encontraría ficción televisiva donde ubicarse. No obstante, se trata de un territorio heterogéneo y complejo en el que se dan situaciones disímiles. Es decir, en un contexto geográfico como el latinoamericano, que produce y consume tanto audiovisual, especialmente televisivo, la inclusión de temáticas LGTBI ha sido probablemente proa y acicate de un cambio social que despunta ahora con diferentes grados según los países y al que contribuyen iniciativas como la concesión del Sebastiane Latino.

Beatriz González de Garay
Doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid con una Tesis titulada “El lesbianismo en las series de ficción televisiva españolas”.  Está especializada en estudios de género y diversidad sexual en la ficción televisiva, campo en el que ha publicado artículos como “Género y programación televisiva: el caso de Nitro y Nova”, o “Negociación de la visibilidad homosexual en la ficción televisiva española”