La lengua es algo primordial y determinante en la cultura de todos los pueblos. El nuevo premio, Sebastiane Latino, que Gehitu concederá a partir de este año 2013, tiene al castellano y al portugués o a la comunidad latina o iberoamericana como base de la filmografía que será el motivo de este galardón.

No es tarea fácil resumir en unos párrafos la situación de los derechos LGTB (o para ser más precisos, de los derechos humanos del colectivo LGTB) en Iberoamérica. La promulgación de leyes de matrimonio igualitario en países de evidente peso relativo como Argentina, Uruguay o Brasil, ha suscitado el lógico interés
periodístico sobre la situación social y política de las minorías sexuales en dichos países y en los de su entorno, por lo que quien lo desee puede encontrar información más detallada al respecto con sólo visitar las hemerotecas de los últimos años.

No obstante, hemos considerado interesante acompañar la presentación del Sebastiane Latino de un somero repaso a la realidad política de nuestra comunidad en los países cuya producción cinematográfica se reconoce con este premio. Sin duda, por razones evidentes resulta mucho más fácil constatar los avances hacia la igualdad legal que los avances mucho más difíciles hacia la igualdad real, entre otras, porque a menudo ni siquiera existen estudios sobre el aumento de los crímenes de odio en la última década en América, ni sobre otras vulneraciones de los derechos humanos a los que nuestra comunidad es sometida a diario. Por otra parte, nos ceñiremos en este repaso al conjunto de países del continente americano, excluidos Canadá y los Estados Unidos de Norteamérica (si bien es cierto, que la producción cinematográfica de este último país concurre al premio Sebastiane Latino, debido a su muy numerosa comunidad latina).

Matrimonio igualitario, el gran reto de las recientes reformas.
Los cambios legislativos más recientes primero en Argentina (2010) y más tarde en Uruguay (2013) y Brasil (2013), así como en los departamentos franceses de ultramar (Guadalupe, Guayana Francesa, Martinica, entre otros) tras la reciente reforma en Francia, han permitido que se reconociera el derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo.

Si es evidente que los avances legales no nacen de la nada, no parece casualidad que sea Argentina precisamente uno de los países con una filmografía LGTB más relevante en los últimos años, con títulos que han captado la atención internacional como Un año sin amor (2005) o Ausente (2011).
La notoria influencia de esa avanzadilla jurídica es cada vez más evidente en otros países de su entorno, que cuentan con regulaciones jurisdiccionales del matrimonio igualitario en parte de su territorio (México, en Ciudad de México y Quintana Roo) o que han regulado algún tipo de unión civil que reconoce ciertos derechos a las parejas del mismo sexo (como Colombia y Ecuador).
Sin embargo, son muchos los países en los que aún no se legislado ningún tipo de unión civil entre personas del mismo sexo: Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela.
Algunos de esos países, como Bolivia, Honduras, Paraguay, República Dominicana, Venezuela o el propio Ecuador, han restringido explícitamente en su carta magna el acceso al matrimonio sólo a las parejas de distinto sexo.

Más sangrante es la situación en aquéllos países donde aún hoy la homosexualidad masculina es ilegal y puede castigarse con penas de hasta diez años de prisión, como en Belice, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía. En Dominica y San Vicente y las Granadinas la ley contempla penas de hasta 10 años de prisión tanto para la homosexualidad masculina como la femenina. En Antigua y Barbuda la condena puede llegar a 15 años de prisión, 25 años en Trinidad y Tobago, y hasta la cadena perpetua en Barbados.

Es curioso constatar que todas estas islas en las que la homosexualidad es ilegal y es perseguida con penas de prisión sean ex colonias británicas.

La identidad de género, a la zaga de las reformas legales.
Pero sin duda, la identidad de género es la gran excluida de la legislación iberoamericana: otra vez Argentina destaca como la excepción más notoria, con una norma que desde 2002 reconoce el derecho a corregir la mención de la identidad de género sentida y el nombre sin necesidad de someterse a ninguna cirugía o sin autorización judicial, lo cual supone una diferencia substancial respecto de legislaciones como la española o la sueca. Pero en la gran mayoría del resto de países latinoamericanos los derechos de las personas transexuales no están garantizados por ley; de hecho, sólo Cuba, Colombia, Puerto Rico, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y Uruguay cuentan con algún tipo de norma contra la discriminación de este colectivo. Y, entre ellos, Colombia, Brasil y Uruguay han articulado leyes que reconocen el derecho de las personas transexuales a corregir el nombre y la identidad de género sentida en sus documentos.
Sin embargo, el panorama político que hemos esbozado en este breve repaso poco o nada tiene que ver con la realidad a la que el colectivo LGBT se enfrenta a diario en Iberoamérica, al igual que ocurre en otras tantas partes del mundo.

La vulneración de los derechos fundamentales de transexuales, lesbianas, bisexuales y gays es habitual aún en países donde la legislación ampara el respeto a la diversidad afectivo-sexual, y una vez más mujeres y hombres transexuales constituyen el colectivo más castigado por los crímenes de  odio propiciados por la ignorancia y el miedo a lo diferente; crímenes de odio cometidos en un contexto de impunidad y, en ocasiones, de connivencia por parte de las autoridades encargadas de velar por el cumplimiento de la ley.

Sólo cuando los estereotipos y los estigmas asociados a la diversidad sean superados por la mayoría social empezará la realidad a parecerse a lo que dictan las leyes, y para avanzar en ese largo camino también el cine es una poderosa herramienta, porque ayuda al entendimiento mutuo de quienes se creyeron diferentes o, incluso, enemigos.

Bienvenidas sean pues las producciones que año tras año nos hablan de cómo somos, cómo amamos y cómo vivimos, porque contribuyen, a veces sin buscarlo, a hacer de este mundo un lugar un poco mejor. Y, precisamente, reconocer esa contribución y apoyar su difusión son los objetivos con el que nace el Sebastiane Latino del Zinemaldi.

Joaquin Garrido